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Pérez, B., Cadenas, S., Aguiar, J., & Valero, S. (Julio - diciembre 2025). El Casabe: Un pan de 3.000 años de existencia o más. Sathiri, 20 (2), 9 – 18. https://doi.
org/10.32645/13906925.1391
ISSN Electrónico: 2631–2905
Introducción
El casabe o cazabe es un pan sin levadura, de forma circular, crocante, muy delgado y elaborado
con harina de manihot esculenta. Tubérculo producido y consumido, desde tiempos prehispánicos,
por los aborígenes como fuente indispensable para su alimentación. El vocablo yuca procede de la
lengua Karibe, yog ca, que signica se amasa molida.
Siendo la yuca uno de los cultivos alimenticios de gran relevancia en el norte de Suramérica,
se conoce con diferentes nombres. Por ejemplo, en el norte de América del Sur, América Central y
las Antillas lo distinguen como yuca. Mientras que en Argentina, Paraguay y en algunos lugares de
Brasil es llamada mandioca. Esta denominación está relacionada con la siguiente historia:
Un día lúgubre, nefasto, sombrío, en el poblado, falleció el hijo del cacique cuyo nombre era
Manic. Luego de transcurrir el tiempo estipulado, como era costumbre, procedieron a desenterrar
el cuerpo y, en el hueco (oca), en lugar de la osamenta, consiguieron una gran raíz a la cual llamaron
manioco mandioca. (Cartay, 1995)
Algunos historiadores aseveran que el casabe desde sus inicios, lo elaboraron los pobladores
de América, arahuacos, taínos y caribes como parte de la cuenca caribeña, República Dominicana,
Venezuela, entre otros países. Así, en el oriente de nuestro país, por ejemplo, diversos grupos
étnicos indígenas preparan el casabe como parte de la alimentación cotidiana. A este respecto, es
importante resaltar el sentido de pertenencia que aún sienten en los pueblos originarios como los
yekuana, kariña, yanomami, piaroa, warao, entre otros.
Venezuela, República Dominicana, Cuba, Haití y Honduras ante la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, (2023) postularon al casabe
como Patrimonio Cultural Inmaterial, dando paso a su trascendencia. Esto se debe, entre otros
aspectos, a que su consumo ha sido transmitido de generación en generación, haciendo que ese
legado ancestral permanezca en el tiempo.
Una muestra de quienes conservan, practican y difunden tradición la podemos ubicar en:
Caripito, estado Monagas, especialmente el Villa, el de la Negra que se vende a orillas de
la carretera Calabozo–San Fernando de Apure, y a la altura del Estero de Camaguán, el de Cúpira,
estado Miranda, y el que se vende en la vía que va de Puerto la Cruz a Cumana.
En consecuencia, este manjar está presente en la cotidianidad del comensal, estableciendo
signicados y vínculos con la naturaleza, con la madre tierra que nos ha proveído y proveerá
alimentos que han hecho historia provocando un inquebrantable sentimiento de identidad en los
venezolanos.
Además de lo antes expuesto, gracias a su versatilidad, este pan de yuca, como también
suele llamársele, ha pasado de ser consumido por las culturas originarias hasta por los invitados a
banquetes citadinos, en los que se presenta una variada y exquisita gama. Por su parte, debido a lo
internacionalizable como producto alimentario, el casabe se apoya en su innovación, presentación,
adicionantes, durabilidad y sus ventajas vinculadas a lo saludable de su consumo.
En este sentido, la presente investigación, pretende realizar aportes teóricos en torno al
casabe, partiendo de sus aspectos históricos, hasta llegar a los hechos que han coadyuvado a su
permanencia en el tiempo. Además, se procura realizar las indagaciones pertinentes reseñando los
aspectos más importantes que constituyen la historia del casabe como pan ancestral de Venezuela,
asimismo se interpretaran los signos y signicados que se derivan de su elaboración y consumo.
La metodología que se utiliza en el presente estudio es de diseño bibliográco con rasgos
explicativos, de descriptivismo y transversalidad de tipo documental y nivel histórico.