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LA FIESTA DEL SOL Y VARIACIONES DE LA
VESTIMENTA TRADICIONAL DE LA MUJER
KAYAMBI
Echecerría, G., Cruz, F., Floresm J., & Imbago, A. (Julio - diciembre 2025). La esta del sol y variaciones de la vestimenta tradicional de la mujer Kayambi. Sathiri, 20 (2), 175 – 198.
https://doi.org/10.32645/13906925.1401
caballo, vistiendo zapatos de piel, pinganillo
3
, chompa de cuero, poncho rayado y bufanda al cuello,
sombrero de paño no y a la ancha, y, en la espalda, un látigo con correa torcida
4
.
Por otra parte, los ponchos con cuello, solapa y ecos de colores llamativos como el verde,
violeta, rojo, anaranjado o vino, correspondían a los dueños de las haciendas, a quienes los llamaban
patrones o amos. Estos personajes eran identicados desde muy lejos por sus llamativos y
singulares ponchos. Julio Torres personica al típico dueño de hacienda, de impecable vestimenta,
que usa zamarro de piel de tigre, de na confección en talabartería, adornado artísticamente con
herrajes de metal plateado y, en su mano derecha, lleva un acial o látigo con nas correas de cuero
5
.
La diversidad de colores y diseños de los ponchos en la actualidad se maniesta en las
estas tradicionales de las regiones andinas de Ecuador, Perú y Bolivia. La prenda complementaria
del poncho es la bufanda, generalmente elaborada con los mismos materiales y colores del poncho.
“La diferencia es que, por ejemplo, en las máquinas industriales les secan, o sea, las chalinas son
más delgadas, y las nuestras son más más dobles, y en el peso también”.
La destreza de las tejedoras de chalinas y pañolones en el telar manual es una herencia que
se mantiene de generación en generación. Este proceso empieza cuando preparan los hilos en la
urdiembre
6
para luego enrollar el tambor. Son 800 hilos que pasan por los lisos que están colocados
en el peine; se cruzan 11 hilos para el lado derecho y 11 hilos para el lado izquierdo. Se deslizan y son
sujetados en el templador, atravesando unos 20 cm para amarrar el eco de la chalina. Los cuatro
pedales que suben y bajan están conectados directamente con los peines. La artesana teje con la
ayuda de una de las diez bobinas que usan para la chalina. “Nos sentimos a gusto también, poder
hacer algo. En una semana cuatro chalinas, nueve dólares”.
Cada una entrelaza los hilos con una habilidad asombrosa; en cada recorrido de la bobina,
la trama se ajusta con la lanzadera y, a medida que avanza con su trabajo, aparecen las formas de
palma, que servirán para protegerse del frío, para cargar a los hijos o los productos que cosecha,
para asistir a estas y reuniones sociales y, de manera particular, para el baile de los aruchicos y las
huasicamas.
La fachalina es una prenda que sirve para resaltar la elegancia del vestuario: las mujeres
visten chalinas rectangulares, y los hombres, las triangulares.
De vuelta en Imbabura, está la comunidad de Zuleta, origen de extraordinarios bordados
a mano, elaborados por expertas artesanas, cuyas creaciones recorren el mundo. Los esposos
Alberto Aguilar y Gertrudis Chachalo, como buenos artesanos que aman a su ocio, confeccionan
toda clase de prendas de vestir para hombres y mujeres. Él es experto en la confección de camisas:
con cinta métrica, aguja e hilo en mano, y las reglas de sastrería, aplica los respectivos trazos en las
telas. “Mi trabajo es en artesanías Trato de hacer, de confeccionar todo lo que es en ropa”, relata.
Una vez armada la camisa, Alberto corta las hilachas y hace las puntadas de seguridad,
culmina la unión de las piezas y la parte inferior de los puños. Los puños y cuellos son piezas que
contienen pelón. Realiza los ojales y pega los botones, a continuación, confecciona la sobretapa
de los botones y, sobre esta, se realizan los bordados; luego de alizar las costuras, los puños, los
pliegues y de planchar la camisa, está lista para ser dibujada y bordada por las mujeres de la región.
3 Zamarro de piel de borrego, idóneo para la protección del frío en los páramos andinos, utilizado por los chagras (mayordomos, mayorales, escribientes y
administradores de las haciendas).
4 Esta descripción corresponde al acial, tipo látigo, con mango de madera (90 cm), y la huasca (1,50 cm). La huasca es un tipo de cuerda o soga, elaborada
de cuero torcido de ganado y suavizado por fricción en los árboles.
5 El acial del patrón o amo en las haciendas se diferenciaba del acial de los jornaleros, debido a que tanto el mango como el látigo eran recubiertos ínte-
gramente con tejido de tiras muy nas de cuero de ganado, lo que comprendía una importante laboriosidad, consecuentemente su costo era mucho mayor
que el acial común.
6 Tejedor antiguo rústico de madera que utilizaban los textileros de las comunidades indígenas de Imbabura y Cayambe