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EL CAMINO INMUTABLE: DEPENDENCIA
DE LA TRAYECTORIA EN LA POLÍTICA
EDUCATIVA DEL SIGLO XX EN ECUADOR
THE UNCHANGING PATH: PATH DEPENDENCY IN
20TH CENTURY EDUCATIONAL POLICY IN ECUADOR
Recibido: 18/12/2024 – Aceptado: 27/1/2025
Iván Bolívar Ruiz González
Docente en Facultad de Ciencias Sociales
Ecuador
Magister en políticas públicas
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
ivanruizpm@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-3837-4708
Cómo citar este artículo:
Ruiz González, I. B. (Enero – junio de 2025). El camino inmutable: dependencia
de la trayectoria en la política educativa del siglo XX en Ecuador. Visión
Empresarial 15, 66-78. https://doi.org/10.32645/13906852.1342
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El camino inmutable: dependencia de la trayectoria en la
política educativa del siglo xx en Ecuador
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66-78. https://doi.org/10.32645/13906852.1342
Resumen
La manera en que se estandarizan las instituciones políticas dentro de un Estado, y su inuencia en el
devenir histórico, es resultado de eventos que pueden generar cambios paradigmáticos. Con base en este
aserto, la investigación persiguió el objetivo de analizar la dependencia de la trayectoria en la política
educativa nacional a partir de la Revolución Liberal en Ecuador de 1895, con enfoque en el laicismo
como institución. Se utilizó la teoría de cambios de políticas públicas junto a la teoría de la dependencia
de la trayectoria, que ofrece insumos analíticos para reexionar sobre la estandarización y resistencia
del laicismo en el tiempo. Junto al uso de un enfoque cualitativo y al systematic process tracing como
herramienta para reconstituir la información histórica, se concluyó que el laicismo es resistente pero no
impenetrable, lo que supone traumas en la política sectorial para defenderlo, evidenciando expresiones
contrarias para desestimarlo.
Palabras clave: paradigma, política educativa, institucionalismo histórico
Abstract
The way in which political institutions are standardized within a State, and their inuence on historical
development, is the result of events that can generate paradigmatic changes. Based on this assertion,
the research pursued the objective of analyzing the path dependence in national educational policy
since the Liberal Revolution in Ecuador in 1895, focusing on secularism as an institution. The theory
of public policy changes was used together with the theory of path dependence, which offers analytical
inputs to reect on the standardization and resistance of secularism over time. Together with the use of a
qualitative approach and the systematic process tracing as a tool to reconstruct historical information, it
is concluded that secularism is resistant but not impenetrable, which supposes traumas in sectoral policy
to defend it, evidencing contrary expressions to dismiss it.
Key words: paradigm, educational policy, historical institutionalism
Códigos JEL: J1, J18, N96
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Introducción
A nales del siglo XIX, Ecuador estaba sumido en crisis política y social. Esto abrió la oportunidad para
que en Guayaquil se declarase a Eloy Alfaro como jefe supremo de la república, quien llevó a cabo una
revolución fundamentada en los preceptos liberales. Este acontecimiento traumático logró un cambio
de paradigma a nivel de Estado, lo que fue determinante para refundar la educación nacional bajo
nuevas ideas e instituciones, contrarias a las establecidas desde tiempos coloniales y que tuvieron plena
vigencia hasta antes de la Revolución Liberal.
A través de la siguiente pregunta: ¿de qué manera se estandarizó el laicismo como principio de
la política educativa ecuatoriana? se busca denir el tipo de cambio en la política pública y explicar la
dependencia de la trayectoria mediante estudio de caso. La hipótesis que sostiene este trabajo indica
que la Revolución Liberal ocasionó, según la propuesta de cambios de Peter Hall, un cambio de tercer
orden en Ecuador, lo que a su vez determinó cambios de segundo y primer nivel en la política de
educación ecuatoriana. Esto trazó el camino para la estabilidad y el auto reforzamiento de la nueva
política educativa nacional, imposibilitando su cambio en eventos futuros.
Marco teórico
Niveles de cambio de Hall
A través del estudio de la formulación de políticas macroeconómicas en Gran Bretaña en la segunda
mitad del siglo XX, Peter Hall desarrolló la propuesta de la formulación de políticas como un aprendizaje
social. Al destacar el rol que políticos y operadores de políticas juegan al respecto, dene el aprendizaje
social como un “intento deliberado de ajustar las metas o técnicas de política en respuesta a la experiencia
pasada y nueva información” (Hall, 1993, p. 278).
Las políticas públicas pueden estar sujetas a tres niveles de cambio. Un cambio de primer
nivel se reere a calibraciones de la política bajo análisis; son cambios marginales o incrementales.
El cambio de segundo orden trata acerca de una alteración en las técnicas empleadas o el desarrollo
de nuevos instrumentos de políticas. El último nivel de cambio, el de tercer orden, remite a un cambio
más radical, referente a un cambio total de las ideas imperantes en una realidad concreta, denominado
cambio de paradigma. Los cambios de primer y segundo orden no conducen a un tercer nivel de cambio,
en contraste, un cambio de paradigma afecta a los cambios de segundo y primer nivel (Hall 1993, pp.
278-280).
Hall adopta la noción de paradigma de Kuhn sobre la estructura de las revoluciones cientícas
para realizar su analogía: “Estos paradigmas de política son bastante parecidos a los paradigmas
cientícos que Thomas Kuhn ha identicado” (Hall 1993, p. 279). Por su parte, Kuhn explica que
paradigma es “un modelo o patrón aceptado (…) obtienen su status como tales, debido a que tienen
más éxito que sus competidores para resolver unos cuantos problemas que el grupo de profesionales ha
llegado a reconocer como agudos” (Kuhn 1971, pp. 51-52).
Hall adoptó esta postura para argumentar cómo los cambios de tercer orden no son producidos
por acontecimientos típicos, más bien se deben a sucesos poco comunes. En la tesis de Kuhn, “la
transición sucesiva de un paradigma a otro por medio de una revolución es el patrón usual de desarrollo
de una ciencia madura” (Kuhn 1971, 36), o, en el caso que nos ocupa, de las políticas públicas. Esta
armación es el sustento de la hipótesis propuesta en el presente trabajo.
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Path dependence o dependencia de la trayectoria
Con Hall, las ideas juegan un papel fundamental en la formulación de políticas. El aprendizaje social se
pone en escena, con exclusividad, con los cambios de primer y segundo nivel. Sin embargo, las ideas por
sí solas no otorgan una explicación de un cambio radical, en el que se contraponen ontologías distintas
y contradictorias. En ocasiones “las ideas no son mutuamente consistentes. De hecho, algunas de ellas
aparecen mutuamente inconsistentes” (March y Olsen 1984, 738). El robustecimiento en la explicación
de la incidencia de las ideas está determinado por el rol de las instituciones.
El resurgimiento del institucionalismo o nuevo institucionalismo como una respuesta “a
la inuencia que tuvieron el conductismo y las teorías de la elección racional en el análisis de las
instituciones” (Fontaine 2015, 104), retoma la importancia del rol de las mismas al incidir en el
comportamiento de los actores. En el nuevo institucionalismo, la denición de institución no se reduce
a entes formales, el concepto abarca “reglas de procedimiento, los dispositivos de decisión, la forma
de organización, las rutinas y el tratamiento de información (…) las creencias, paradigmas, culturas,
tecnologías y saberes” (Roth 2014, 95).
Este trabajo adopta la teoría neoinstitucionalista histórica para analizar la manera en que los
procesos históricos se ven afectados por las características especícas de las instituciones políticas
(March y Olsen 1984, 743). En conjunto, la teoría de la dependencia de la trayectoria establece que
los eventos sucedidos en la historia, que cambiaron en su momento la realidad, denen la estabilidad
en el presente y el futuro: “la suposición básica es que una vez que una institución (…) selecciona una
política, es probable que persista en ese camino a menos que se ejerzan fuertes presiones” (Peters 2016,
60-61).
James Mahoney, a través de un estudio sobre los regímenes políticos en Centro América,
elaboró un cuadro cuyas entradas permiten estructurar un análisis histórico que servirá de guía para
nuestro estudio. La estructura de la dependencia de la trayectoria se consideró como marco analítico por
sus cinco componentes: 1) Antecedentes, 2) Coyuntura crítica, 3) Persistencia estructural, 4 Secuencia
reactiva, y, 5) Resultados (Mahoney 2001a, 5 y 269). El argumento central de Mahoney es que el cambio
de una política a otra representa costos de transacción (recursos, aprendizaje, tiempo) lo que puede
motivar su rechazo en favor de la estabilidad.
Materiales y métodos
La investigación aplicó un enfoque cualitativo por corresponder con el objetivo de investigación y su
naturaleza histórica, además, es de tipo histórico y documental, junto al systematic process tracing como
herramienta de indagación causal, el cual admite una generalización inductiva sobre los procesos políticos
de cambio en políticas públicas (Palier 2016, 431). El uso de esta técnica analítica posibilita reconstituir
causalmente los hechos históricos en función de su pertinencia para el objetivo de investigación y su
relevancia en cuanto al potencial explicativo para el cambio de políticas públicas.
La estructura analítica del path dependence proveerá las fases secuenciales para el desarrollo
descriptivo de algunos acontecimientos en Ecuador que son relevantes en el ámbito educativo. Esta
rigurosidad en las etapas permitió diagnosticar los procesos históricos causales del cambio en la política
educativa a nales del siglo XIX, complementado con la identicación de instrumentos de políticas
públicas que abrieron paso a la implementación de la política educativa liberal y su consecuente
estabilidad en el tiempo.
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Estudio de caso histórico
Antecedentes: La educación como producción clerical
Los antecedentes históricos permiten comprender qué factores históricos dieron cabida a una coyuntura
crítica que determinó en un cambio de política educativa. Los antecedentes “denen una gama de
opciones disponibles para los actores en un punto clave de elección” (Mahoney 2001b, 112). Por lo
tanto, no puede entenderse el cambio de política sin conocer los rasgos característicos de la política
educativa hasta antes de la Revolución Liberal.
Desde antes de iniciada la república, el poder eclesiástico en el Quito colonial fue precursor de la
educación secundaria y universitaria. Los primeros planteles de enseñanza secundaria que surgieron en
Quito estuvieron bajo la égida de diferentes órdenes religiosas. El Estudentado, posteriormente Colegio
de San Fernando, de los frailes dominicos, y, el Colegio Seminario de San Luis, a cargo de los frailes
jesuitas. Lo mismo sucedió con las primeras universidades. La Universidad de San Fulgencio creada por
los frailes agustinos; la Real y Ponticia Universidad de San Gregorio Magno en manos de los jesuitas;
y, la Universidad de Santo Tomás bajo responsabilidad de los dominicos (Reyes 1970, 193-195).
En el periodo republicano, la efervescencia del conservadurismo llegó de la mano de Gabriel
García Moreno. En cuanto a la política de educación, destacan dos instrumentos de política en su periodo
de gobierno. El 26 de septiembre de 1862, el gobierno ecuatoriano rmó con el representante del Papa
Pío IX el Concordato. En este documento, la educación se entrega explícitamente a la responsabilidad
clerical. Para dar cuenta de ello, en los artículos tercero y cuarto se estipula lo siguiente:
Tercero: “La instrucción de la juventud en las universidades, colegios, facultades, escuelas
públicas y privadas, será, en todo, conforme a la doctrina católica. (“Concordato de 1862–Enciclopedia
del Ecuador”) Los Obispos tendrán al efecto, para ello, el exclusivo derecho de designar los textos para
la enseñanza, tanto de las ciencias eclesiásticas, como de la instrucción moral y religiosa. (“Inicios
y llegada de la sociología al Ecuador–ResearchGate”) Además, los Prelados Diocesanos conservarán
su derecho de censurar y prohibir, mediante cartas pastorales y decretos prohibitivos, los libros o
publicaciones de cualquiera naturaleza que sean, que ofendan al dogma, la disciplina de la Iglesia y
la moral…; debiendo también vigilar el Gobierno y adoptar las medidas oportunas para que dichas
publicaciones no se propaguen en la República”. Cuarto: “Los Obispos, según el deber de su ministerio
pastoral, cuidarán de que ninguna enseñanza sea contraria a la religión católica…”. (Flores 1894, 22-23).
Más tarde, en 1863, entró en vigencia la Ley Orgánica de Instrucción Pública. En dicho
instrumento, en el artículo
2
, nombró a los miembros del Consejo General de Instrucción Pública
conformado por el ministro de Instrucción Pública, el arzobispo de la Arquidiócesis, el rector de la
Universidad, dos miembros de la Academia nacional y decanos de las facultades universitarias.
1
Asimismo, quienes no profesaban la religión del Estado (católica) no podían ser maestros de primeras
letras
2
. En la enseñanza secundaria, se estableció que la instrucción moral y religiosa será obligatoria en
todos los establecimientos de enseñanza, al menos una vez por semana.
3
En lo sucesivo, estos elementos no cambiaron. La referida ley se reformó solo para incluir
mayor participación del clero en los asuntos educativos. Así, en la Ley de Instrucción Pública de 1878,
se introdujo al arzobispo de Quito como miembro del Consejo General de Educación, en la reforma a la
ley en 1884 se juntó al Consejo al rector del Colegio San Gabriel, y, en 1890 se incluyó al Superior de
los Hermanos Cristianos (Guerrero Blum 2015, 19).
1 Ley Orgánica de Instrucción Pública decretada por el Senado y la Cámara de Diputados en 1863.
2 Artículo 18.
3 Artículo 22.
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Estos elementos fueron constantes en la era garciana y pos garciana. Las instituciones educativas
estaban monopolizadas por la iglesia (Ayala Mora 2011, 192). Desde la época colonial, la iglesia tuvo
en su haber la educación. La política educativa se fundó bajo esta racionalidad. En efecto, quienes
llegaban al poder habían sido alumnos de clérigos y sacerdotes, por tanto, no se cuestionaba el poderío
de la religión en la educación. Se había normalizado que religión y educación fueran compatibles e
indisolubles. Para ser maestro se debía profesar la religión católica, así lo establecieron las leyes de
1880, 1884, 1885, 1890, 1892, incluso, en esta última, la diócesis podía suspender a un maestro por
conducta irreligiosa (Guerrero Blum 2015, 19-20).
Coyuntura crítica: La revolución y un cambio de paradigma
En una coyuntura crítica, los decisores deben elegir entre dos o más alternativas para continuar el rumbo
de la historia. La opción elegida hace progresivamente difícil un retorno al punto inicial mientras está
disponible una variedad de nuevas posibilidades (Mahoney 2001a, 6-7). En un evento infrecuente, como
una revolución, se trata de imponer las creencias de los actores triunfantes: los revolucionarios. “Una
vez establecidos, los patrones de movilización política, las reglas institucionales del juego e incluso las
formas básicas de pensar de los ciudadanos sobre el mundo político a menudo generarán una dinámica
de auto-refuerzo” (Pierson y Skocpol 2002, 700).
El auto refuerzo o retroalimentación por inercia (self-reinforcing) nos remite a los términos de
economía política acerca de los “rendimientos crecientes” (Fontaine 2015, 162). Será particularmente
difícil adoptar nuevas alternativas por sobre una vigente en el tiempo, incluso si aparentan ser mejores,
debido a que su estabilidad generó patrones de adaptación de la sociedad o rendimientos que crecieron
conforme avanzó el tiempo y las nuevas generaciones se acostumbraron a éste. Una pretensión de cambio
implicará costos que, en primera instancia, no estarán dispuestos a asumirlos los actores políticos.
Hasta antes de 1895, a pesar de las constantes crisis políticas y el ascenso de gobiernos
contradictorios, no había existido un momento propicio para una refundación estatal. La política
educativa, tal y como fue manejada en la época colonial, exacerbada a través de instrumentos adoptados
por García Moreno, sin mayores cambios en su composición a través del tiempo, se mantuvo estable. Sin
embargo, el liberalismo en la región empezó a marcar tendencia y dictó desequilibrios en varios países
latinoamericanos en cuanto a sus regímenes políticos.
Este liberalismo y las circunstancias sociopolíticas de algunos países latinoamericanos
representaron para varios actores un referencial
4
que constituía “una tentativa por operacionalizar los
fenómenos de conocimiento y de sentido al nivel del espacio público” (Surel 2008, 42), bajo el cual
construían su gobierno o pretendían construirlo una vez que llegasen al poder. Primó un referencial
global, entendido como “la representación que una sociedad se hace de su relación con el mundo en un
momento dado” (Muller 2006, 100-101).
En efecto, “entre 1850 y 1880, América Latina vive la emergencia del liberalismo (…)
se promueve una vinculación mayor con el capitalismo mundial” (Porras 2006, 48). Bajo estas
consideraciones, en la región latinoamericana, particularmente en Ecuador, el referencial global latente
era el del capitalismo, de la democracia liberal, del Estado moderno, del laicismo, de la razón por sobre
la divinidad, en denitiva, el referencial global era el liberalismo. Una muestra de aquello es que, en los
primeros años de la década de 1890, el liberalismo ya predominaba en Venezuela, en Perú triunfó en
1895 y en Colombia los liberales se habían alzado en armas (Ayala Mora 2002, 83).
La conuencia de ideas y de instituciones liberales, inspiradas en gran medida por la Revolución
Francesa, conformó la base de transformaciones radicales en el continente latinoamericano. En Ecuador,
4 En políticas públicas, un referencial es una representación o imagen de la realidad sobre la cual se desea intervenir (Muller 2006, 97-98).
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su consecución tomó hasta nal de siglo, tiempo en que surgió un evento contingente que marcó la
ruptura de un orden político y social establecido. En la tesis de la dependencia de la trayectoria no
existen variaciones importantes “salvo en situaciones excepcionales en las cuales se abren ventanas
de oportunidad y se inician nuevas secuencias históricas” (Fontaine 2015, 105). En efecto, la crisis
institucional que dejó el gobierno de Plácido Caamaño, sin profundas correcciones a pesar de la
presidencia pacíca de Antonio Flores y el escándalo de la venta de la bandera auspiciado por el gobierno
de Luis Cordero Crespo, conguraron el terreno sobre el cual se erigió una revolución.
A la renuncia de Cordero y al asumir el gobierno Vicente Lucio Salazar, se convocó a elecciones.
El liberalismo participó del arreglo electoral, aunque sumido en la división entre moderados que
aunaban la candidatura de Darío Morla (Ayala Mora 2002, 87-88) y los radicales, que conspiraban una
revolución. No obstante, en El Milagro levantaron las armas liberales radicales como Pedro Montero,
Enrique Valdez y Pedro Concha (Pareja Diezcanseco 2009, 155). En varias zonas del país las elecciones
fueron rechazadas y las urnas desechas.
El enfrentamiento armado entre conservadores y liberales se recrudeció, pero, al n, el 5 de junio
de 1895, con la anuencia del pueblo convocado, en el municipio de Guayaquil se instaló una Asamblea
Popular (Ayala Mora 2002, 90) que emitió el Acta de Pronunciamiento Liberal. En este documento se
resolvió desconocer al gobierno de Vicente Lucio Salazar y nombrar jefe supremo y general del Ejército
a Eloy Alfaro, a quien le conceden amplias facultades (Trabucco 1968, 223-224). A la fecha, Alfaro
se encontraba en Centroamérica, pero retornó a Ecuador para encabezar la cruzada revolucionaria,
venciendo en combates claves que imprimieron la marca revolucionaria de su liberalismo radical,
deponiendo al gobierno de turno.
Al asumir la jefatura suprema, Alfaro eligió fortalecer el liberalismo radical por sobre el
moderado y civil. A nivel de instrumentos de autoridad, se expidió en 1897 la constitución liberal,
acorde a los principios reejados en el referencial global. El cambio de paradigma se hizo evidente en
esta constitución, transitando de un Estado confesional con rezagos feudales, a un Estado Moderno,
separando a la Iglesia de los asuntos públicos, a pesar de las dicultades iniciales.
En la convocatoria a la Constituyente de 1896, “Alfaro había dispuesto la exclusión de miembros
del clero” (Ayala Mora 2002, 111). El 14 de enero de 1897 entró en vigencia la nueva constitución, en
la cual tácitamente el Estado rompe con la Iglesia.
5
A pesar de que en el artículo 12 se reconocía la
religión católica como ocial de la república, en el artículo 13 se promulgó la libertad de culto, dejando
de ser la religión un requisito para el ejercicio de derechos civiles y políticos. Además, en el artículo 37,
no se admitió que clérigos extranjeros sirvan en la Iglesia ecuatoriana, tampoco podían administrar sus
bienes
6
.
La Revolución Liberal fue un evento contingente que arrancó el poder al gobierno conservador
a través de las armas. Estableció la separación de la Iglesia en los asuntos políticos concernientes al
Estado, decretado en la Constitución de 1897. Ese año, la Asamblea Nacional Constituyente designó
como presidente interino a Eloy Alfaro, erigiendo legal y legítimamente un nuevo régimen político, el
liberal, que llegó al poder por primera vez desde la fundación republicana.
A nivel de instrumentos de autoridad, el cambio de paradigma estuvo registrado en la Constitución
de 1897. Desde luego, un cambio en el nivel jerárquico de las leyes empuja a un cambio en los niveles
subordinados. La constitución impulsó un cambio de segundo orden en la política educativa, para lo cual
5 A pesar de su carácter polisémico, el laicismo es básicamente la separación de Estado e Iglesia. El Estado asume enteramente la dirección de los asuntos
públicos, mientras que la Iglesia queda impedida de inuir en estos, relegándose a actividades privadas.
6 Constitución de la República del Ecuador, decretada por la Asamblea Nacional el 14 de enero de 1897.
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se promulgó la Ley de Instrucción Pública de 1897. Poco a poco fue reformándose hasta adaptarla a las
nuevas realidades nacionales.
Esta ley, al igual que su antecesora de 1863, mantuvo un Consejo General de Instrucción
Pública, con la diferencia de que en éste se excluye -en concordancia con la Constitución- al arzobispo
de la arquidiócesis. En su lugar, lo conformaron agentes laicos, como el rector del Instituto Mejía y
un profesor de pedagogía nombrado por el Ejecutivo. Además, los profesores fueron escogidos por el
Estado y no por la Iglesia.
Sin embargo, mantiene algunas continuidades conservadoras, como el mantenimiento de la
enseñanza de religión, que los diputados no eliminaron por contraer, a la fecha, furibundas reacciones
populares. No obstante, la educación laica, aunque aún no declarada constitucionalmente, porque
convenía proceder con cautela, tomó forma en las aulas primarias, creando sólidas bases cognitivas en
los niños. De igual forma, los institutos normales propagaron gran cantidad de maestros laicos, lo que
posibilitó futuras calibraciones a la ley (cambios de primer orden) en 1906 y 1912, entre ellas, eliminar
la enseñanza de religión, declarándola constitucionalmente laica en 1905 (Orquera 2015, 37) y puesta en
marcha en 1906, después de un proceso de nueva educación en la población, logrando que internalicen
el laicismo.
Persistencia estructural: la formación del laicismo y su reproducción social
La persistencia estructural remite hacia una consistencia de las instituciones creadas a raíz de la opción
elegida en la coyuntura crítica. Se trata de la producción y reproducción de “modelos institucionales que
generan benecios para los actores dominantes” (Fontaine 2015, 163). Estos modelos institucionales
“dicultan la inversión de la ruta porque conducen a la formación de instituciones o estructuras que
tienden a la persistencia y que no pueden transformarse fácilmente” (Mahoney 2001a, 8). Dependiendo
de los benecios que presente la opción elegida en la coyuntura crítica, es internalizada por los
ciudadanos, normalizando las instituciones, haciéndolas permeables y dúctiles en contextos cambiantes
que no representen un desequilibrio sustancial para la estabilidad sistémica.
La revolución abrió camino a un conjunto de ideas liberales que buscaron, a través de leyes, su
institucionalización. En la perseguida idea de separación Estado-Iglesia, se formuló la Ley de Manos
Muertas, que conscó bienes a la Iglesia Católica. El laicismo en la educación no vio la luz legalmente
sino en 1906, no obstante, como un conjunto de reglas y saberes que orientan el comportamiento
(institución) fue puesto en marcha en 1896 con la creación del colegio Bolívar de Tulcán. Pero con
mayor relevancia, el 1 de junio de 1897, con la creación del Instituto Mejía, primer instituto laico del
país, capacitado para formar docentes laicos, para que estos, a su vez, preparen a los futuros estudiantes
que habrán de instruirse bajo los preceptos laicos y político-liberales.
La reproducción del laicismo en la práctica educativa, como un fundamento losóco que
reivindique la razón por sobre la divinidad, el Estado por sobre la Iglesia, el liberalismo por sobre
el conservadurismo y las ciencias por sobre la religión; se llevó a cabo en el terreno práctico. Alfaro
trajo misiones foráneas con el n de reproducir las enseñanzas de este precepto en los establecimientos
educativos. El Instituto Mejía fue el centro que representó las reformas educativas, siendo su primer y
efímero rector el profesor alemán Valdemar de Korab (Guerrero Blum 2015, 35).
Para garantizar el normal funcionamiento del Mejía, “la Constituyente dispuso en 1897 que se
usaran todos los edicios, haciendas, gabinetes, muebles, etc., que fueron entregados a los hermanos
cristianos” (Ayala Mora 2002, 296). Los graduados del Mejía, así como del Montalvo y el Manuela
Cañizares, forjaron la nueva educación ecuatoriana del siglo XX. En sus enseñanzas estaban implícitas
las ideas seculares y cientícas que formaron a varios estudiantes en el crisol del laicismo. Al punto que
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diez años después de la Revolución Liberal, al n fue posible declarar legalmente a la educación pública
como laica.
Secuencia reactiva: la oposición del clericalismo
Al establecimiento de nuevas instituciones y su auto reforzamiento, le siguen reacciones que de alguna
manera no asimilan los nuevos patrones institucionales. Las reacciones y contra reacciones se producen
en “eventos causalmente unidos” (Mahoney 2001b, 114) e identicables en el tiempo. “Las secuencias
reactivas se caracterizan por procesos transformadores y de retroceso en los que hay un movimiento
hacia la reversión de patrones previos” (Mahoney 2001a, 10). En el marco de elecciones tomadas en
una coyuntura crítica, desfavoreciendo a actores que no comparten las ideas de un grupo o coalición
imperante, brotarán acciones o respuestas encaminadas a “revertir aquellos modelos institucionales”
(Fontaine 2015, 163).
A la luz de las instituciones creadas en la Revolución Liberal, en particular el laicismo como
norte de la nueva educación nacional, sobrevinieron ofensivas y reacciones que buscaron su paralización
y reversión. La Iglesia Católica promovió desde los púlpitos y las cartas pastorales una retórica ofensiva
en contra de la educación pública seglar. Las escuelas laicas, en particular el Instituto Mejía, sufrieron
agresiones de todo tipo, “fue uno de los blancos más atacados por la oposición clerical conservadora”
(Ayala Mora 2002, 296). Hubo actores que se pusieron a la cabeza de la reacción clerical, como el
obispo de Portoviejo, Pedro Schumacher Niessen, que exaltó:
Ahora bien; ¡Cristo ó Lucifer! —García Moreno como personicación de la política cristiana;
de la justicia, paz y prosperidad, ó sea la Teocracia; el reino de Dios—o un jefe masónico con la libertad
encarnada y ensangrentada; arbitrariedad, injusticias y revolución sin n, ósea la Démonocracia, ¡el
reino de Lucifer! (Schumacher 1897, 45).
Sin embargo, las reacciones y contra reacciones no provenían únicamente del clero. El ala
moderada e intelectual del liberalismo también ejerció una ruptura con Alfaro. A comienzos del siglo XX,
existieron fuertes tensiones con Leonidas Plaza quien fue presidente liberal después de Alfaro. Además,
el golpe de Estado alfarista que tumbó a Lizardo García “constituyó el inicio de la fragmentación del
liberalismo en dos bandos distintos” (Orquera 2015, 32).
El 25 de abril de 1907 se desarrollaron en Quito fuertes manifestaciones populares en reclamo
de elecciones libres. Todo esto socavó la capacidad de respuesta del gobierno liberal radical. La actitud
reaccionaria del liberalismo y amplios sectores de la sociedad, “hace pensar en un juego de fuerzas,
alianzas y conictos entre los diversos movimientos políticos en torno a temas controversiales como
la educación laica (…) y la separación entre la Iglesia y el Estado” (Goetschel 2010, 228). Entre altos
y bajos, en el segundo mandato liberal, y bajo el cansancio de tanta lucha fratricida, terminó una etapa
violenta con la muerte de Alfaro y varios de sus colaboradores el 28 de enero de 1912.
Resultados y discusión:
nueva estabilidad y resistencia al cambio
Los choques que desencadenaron las secuencias reactivas determinaron un resultado nal sobre los
patrones institucionales que se pusieron en práctica. Pese a las reacciones y contra reacciones, “los
resultados nales generalmente implican la formación de nuevos patrones institucionales o estructurales”
(Mahoney 2001a, 11) que determinan un tipo de régimen, un sistema, una estructura, entre otros.
Normalmente, la denición de estas instituciones seguirá un equilibrio o estabilidad en el tiempo,
disponiéndose a retroalimentarse mientras más sea su permanencia en la historia.
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66-78. https://doi.org/10.32645/13906852.1342
Con el n de que su cambio involucre más costos iniciales que benecios inmediatamente
comprobables, lo que dicultará su cambio y garantizará la estabilidad. Pueden aplicarse cambios
incrementales (primer orden) que corrijan ciertas discontinuidades en su relación con el contexto
presente, sin embargo, la retroalimentación por inercia las predispone a ser adaptables y consistentes.
A raíz de la muerte de Alfaro -desde luego un acontecimiento conmocionante, pero no lo
suciente como para abrir una ventana de oportunidad a un cambio radical como el experimentado en
1895- las fuerzas movilizadoras de la ciudadanía y los actores políticos volvieron a su cauce normal.
A pesar de su muerte, el régimen liberal no desapareció. A través de los cambios constitucionales y
de las leyes promulgadas, se fortaleció el régimen liberal, al punto que después de 1912 le sucedieron
gobiernos liberales en lo económico y político hasta la asunción de Velasco Ibarra en 1934. Además, el
Estado Nacional, moderno y capitalista mantuvo su vigencia en Ecuador.
En lo que respecta a la educación, aunque tomó tiempo su incorporación en el imaginario de
la sociedad, el laicismo cogió impulso nacional, hasta lograr interiorizase en los valores ciudadanos.
Un cambio en la política educativa, por ejemplo, de laica a confesional, arremetería contra los valores
históricos de una nación y llamaría a la movilización a la sociedad en general. Este no es un hecho
aislado ni un ejemplo sin sustento empírico.
En 1994 se presentó al Congreso Nacional una propuesta de ley denominada de Libertad
educativa de las familias del Ecuador o ley 69. Sostenía la enseñanza de religión por dos horas diarias en
los establecimientos educativos públicos. Bajo el auspicio del Partido Socialcristiano y la Conferencia
Episcopal Ecuatoriana, la ley fue aprobada, pese a la resistencia que realizaron organizaciones de la
sociedad civil. Alrededor se organizaron dos coaliciones, por un lado, la coalición “A” que defendía su
aplicación: Iglesia Católica, grandes medios de comunicación privados, partidos políticos e intelectuales
neoconservadores. Por otro lado, se estructuró una coalición “B” contraria a esta ley: “el Frente de
Defensa del Laicismo, el Partido Socialista Ecuatoriano y la Iglesia Católica Anglicana” (Galarza 2010,
177).
La coalición “A” mantuvo una estrategia mediática a través de la promoción de una encuesta
llevada a cabo por Informe Condencial, cuyo resultado reejaba que la mayoría de los ecuatorianos
estaban a favor de la instrucción religiosa. Por otro lado, la coalición “B” llevó a cabo movilizaciones,
demandas de inconstitucionalidad y la desobediencia política cuando esta ley fue aprobada. Las
movilizaciones llegaron a un clímax tan alto, exacerbado incluso por el asesinato de un estudiante del
Colegio Mejía en la Escuela de Derecho de la Universidad Central mientras se manifestaba en protesta
por la aplicación de esta ley, que se advertía una posible guerra civil
7
(Galarza 2010. 162-175).
La aplicación de la norma no se concretó porque los establecimientos educativos la desacataron
en la práctica. El espíritu laico estuvo profundamente arraigado, que su vulneración conllevó a agitaciones
en masa y la desobediencia al poder de turno. En el gobierno de Correa sucedió un hecho similar, siendo
el mismo presidente quien presentó la iniciativa a sus asambleístas, quienes lo rechazaron al instante.
Fue un asunto que no trascendió ni del que tampoco se pueda encontrar importante documentación.
Pero son ejemplos que justican por qué pensar, ahora, en cambiar el resultado de la herencia liberal,
conllevaría costos políticos inconmensurables.
Conclusiones
Aunque es evidente que el cambio de la política educativa se subordinó a un cambio radical del Estado,
ésta no se consolidó de inmediato como habría de pensarse. Fueron necesarios varios años para que
7 Para información jurídica y analítica más detallada, ver Galarza Izquierdo, Luis. 2015. El Opus Dei contra el Estado Laico. Págs. 121-203.
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la educación laica y gratuita tuviera plena vigencia y aceptación popular. Pero es claro que el cambio
de paradigma a nivel de Estado determinó cambios de segundo y, sobre todo, de primer orden en la
formulación de la política educativa nacional, incorporando reformas sustanciales, de plena vigencia
en la actualidad, a saber, la educación pública como laica y gratuita. Para cambiarla, sería necesario un
evento contingente de similares características a la coyuntura crítica expuesta, que patente un novedoso
referencial global y que supere las trabas que imponen los costos de cambio.
La política educativa cambió a nales del siglo XIX por el advenimiento de una revolución
de carácter liberal, que, en los instrumentos de autoridad y organización, principalmente
8
, determinó
cambios de segundo y tercer orden, lo que, a la larga, lograron imponer un nuevo paradigma de
educación. La instrucción laica es el camino inmutable que se ha reforzado a lo largo del tiempo. Varias
organizaciones se han constituido para defenderla en caso de posibles arremetidas clericales, como la
masonería ecuatoriana, las organizaciones progresistas, la Sociedad de Egresados del Mejía, sindicatos,
instituciones educativas e inuyentes líderes de opinión.
El esfuerzo en el presente trabajo radicó en analizar una secuencia de acontecimientos históricos
para determinar sus relaciones causales, el inujo de las instituciones en el acontecer histórico, la
importancia de las ideas y el rol de los actores. La teoría de la dependencia de la trayectoria, anclada al
neoinstitucionalismo histórico, junto al systematic process tracing fueron útiles para ordenar y detectar
los eventos secuenciales y explicar la actual resistencia al cambio, como se puso de evidencia a nales del
siglo XX. No obstante, existen micro manifestaciones contrarias al laicismo en la educación ecuatoriana
que pueden inaugurar futuros estudios sobre el estado del laicismo en la educación actual.
8 A nivel de instrumentos de tesoro, la educación pública gratuita y liberal atravesó varios problemas de nanciamiento. El Estado en el régimen liberal,
incluso alfarista, no dio abasto económico para cubrir las necesidades de las escuelas, colegios y universidades públicas. Esta calamidad ha sido un común
denominador en la historia de la educación republicana. No se ha podido detectar con precisión los instrumentos de información en la época, al parecer, tampoco
fueron determinantes en la consolidación revolucionaria, quizás por pocas excepciones.
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